La sombra es uno de los arquetipos (modelo colectivo inconsciente) que Jung identifica como presente en cada ser humano. Este arquetipo funda sobre el concepto del bien y del mal que cada cual tiene. En síntesis podremos describir la sombra como el conjunto de los aspectos de nosotros que nos molestan, provocan rechazo y juzgamos como no deseable o aceptable.

En nuestra parte sombra reside lo que no queremos ver de nosotros mismo y lo que choca con nuestros valores, que viene relegado en este contenedor inconsciente con el fin de preservar la imagen que tenemos de nosotros mismo admitiendo a nuestra consciencia solo lo que valoramos como aceptable según nuestro criterio personal de bien y de mal.

Nuestra sombra se puede reconocer previa consideración del mecanismo defensivo de nuestra psique llamado proyección. Este mecanismo se suele activar de forma inconsciente cuando nos encontramos con algo «nuestro» que nos molesta. La presencia externa de algo que nos resuena despierta el conflicto interno. Para protegernos del sufrimiento que comportaría reconocer esta presencia interna atribuimos la causa de este malestar completamente al externo, negándola en nosotros.
Jung decía Hasta que no haga consciente lo que tienes en tu inconsciente eso regulará tu vida y tú lo llamaras destino”.

Nuestra psique es movida por las emociones. Estamos atraídos por lo que nos “con-mueve”, de forma que trataremos vivir experiencias que nos permitan solucionar nuestros conflictos, aun no seamos consciente de ellos.
Sigue Jung “Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma”.
Reapropiarse de nuestra sombra, reconociéndola nos permite trascender a ella, abriéndonos a la posibilidad evolutiva que procede del “camino del medio” o de la “identificación de los opuestos”.
Pero como identificar nuestra Sombra?
La manifestación de la sombra siempre tiene un carácter emocional. Cuando nuestra reacción es particularmente intensa y quizás no es concorde con la situación (quizás seamos los únicos o casi en reaccionar así o con esta intensidad); cuando la situación o el objeto en cuestión es percibido como un enemigo; cuando hay una fuerte identificación con la crítica hacia el otro..muy probablemente estoy enfrentándome con mi sombra.
Es útil preguntarse: ¿Qué calidades estoy atribuyendo al otro? ¿Cuáles aspectos están relacionados con estas calidades? ¿ Donde puedo entrever estas calidades en mi?

Tambien puedo conectar con mi sombra si observando las afirmaciones/criticas de los otros hacia mí.

¿Algunas se repiten a distancia de tiempo o son hechas por diferentes personas? ¿Qué imagen tengo de mi mismo y que imagen tienen lo demás de mi?

La investigación sobre el autoimagen (pensar, sentir, actuar) nos puede proporcionar interesantes información.

El reconocimiento de nuestra naturaleza dual es tambien importante, y pasa por la concienciación de la totalidad que soy.
J. describe como somos diferentes arquetipos (o patrones de conductas) que toman el ego según el contexto y el momento.

La posibilidad de distanciarse de lo que vivimos, ofrecida a través de la psicoterapia expresiva por ejemplo, favorece el reconocimiento y la aceptación aspectos claves para poder seguir en la integración de estos elementos, sanando y activando los potenciales que residen en nosotros y para dirigirnos hacia el sistema armónico que reside en la profundidad del ser.

Es lo que J llama el si mismo, ese principio de coherencia, estructura y organización que rige el equilibrio y la integración de los contenidos psicológicos..

Entonces, mi sombra y yo vamos a ser dos buenos amigos, y tratarè no rehuirla sino conocerla para activar las transformaciones posibles, que favorecen el bienestar interior y con nuestro entorno.