Hace un tiempo me pasó de quedar con una amiga que no veía desde mucho tiempo, por haberse mudado a otra ciudad. Me acordaba que cuando salíamos juntas sentía una profunda sensación de conexión con ella. Me sentía escuchada, sostenida y entendida. En aquel tiempo la podría sin duda haber definido como una persona empática. Hace no mucho había tenido una experiencia difícil en mi vida y me proponía hablarlo con ella para poderme desahogar. Cuando nos encontramos todo fluyó muy bien hasta que empecé a hablarle de mi dificultad. Fue entonces cuando su reacción me sorprendió. La recordaba como una persona que sabía escuchar, pero a lo largo de la conversación me encontré con una mujer que no se permitía contemplar ninguna otra perspectiva que no fuese la propia. Acogedora cuando lo que yo decía coincidía con su forma de pensar, se volvía rígida y juzgante cuando mis palabras relataban un sentir que no coincidía con el suyo. Empezó a darme consejos sobre consejos, hasta que me dolía la cabeza al escucharla hablar. Tras una cantidad enorme de “cosas que debes hacer” y “cosas que debes dejar de hacer” me sentía más confundida, triste y sola que antes. Reflexionando sobre lo que paso me propuse escribir sobre el significado de la Empatia…

¿Os ha ocurrido alguna vez de sentiros realmente escuchado y sostenido en compañía de otra persona?

Sé si, ¿podríais decir cuáles han sido los elementos claves que han contribuido a esta sensación?

La empatía podría ser definida como “el arte de que el otro se sienta comprendido”.

Es un aspecto que, contrariamente a cuanto alguno piensan, requiere atención y práctica. La empatía no es algo innato.

Es más bien una postura comunicativa que permite abarcar todas las interaciones iterpersonales, indipendentemente de quien nos está delante, del estar de acuerdo con ellas o de que nos resulten majos y agradables.

Tambien podriamos definirla como la capacidad de manifestar y expresar respecto hacia la posicion ocupada por el otro, indipendientemente del compartirla o menos.
Ademas, para manifestar empatia no es necesario expresar nuestra opinion. Mas que otra cosa se trata se escuchar, observar y respectar lo que el otro manifiesta.

“Entiendo que para ti es importante lo que me dices”. “Entiendo que estés enfadado por algo que consideras injustos”.

Es la capacidad de “volver a mirar” para poder mirar con los ojos del otro y comprender su postura. Sin necesidad de llevarle a “nuestro camino”, ni en ningun sitio en particular. Solo para hacerle sentir que no estan solo en su vivencia, que alguien puede verles y entenderles. Sin juzgar. Sin imponer propia forma de entender, ni tampoco tener que convertir nuestro sentir en lo del otro.

A veces occurre que, con la intencion de ser “empatico” nos convertamos en “simpaticos”. Pero Empatia no es lo mismo que simpatia, o antipatia.

Podriamos decir que “simpatia” (cuyo significado etimologico es “comunidad de sentimientos”) implica ir en acorde y compartir los mismos valores de la persona que tenemos en frente. Esta forma de interactuar es innata y espontanea. Se activa automaticamente cuando estamos con personas que la que compartimos formas de actuar, de sentir o de pensar. En esta situacion es experiencia comun entrar en resonancia con el otro, sentir cercania.

Simpatizar es compartir un sistema de valores, pasiones y afectos.

Al contrario cuando encontramos personas que perciben una situación – o actua en ella- de una manera diferente se manifiestan en nuestra experiencia interior sentimentos de rechazo y ostilidad. La antipatia se ha activado inconscientemente. Podria resultar facil ceder a la tentacion de expresar juicios negativos sobre el otro, su moral, su forma de sentir y actuar.

Empatizar es mostrar respecto a la diversidad, sin juzgar.

Es importante subrayar la diferencia entre estos términos.

Empatía no es simpatía, ni es antónimo de antipatía, ya que  -contrariamente a estas dos- prescinde de cualquier juicio moral.

Ocurre que a veces en la vida cotidiana, creemos ser empaticos cuando en realidad solo deseamos estar bien con lo demas, complacer el otro para obtener su aprobacion. Esta no es empatia, sino simpatizar para satisfacer una nuestra necesidad, como la aprobacion por ejemplo. El riesgo es que perdamos la conexion con nuestro proprio sentir, continuamente decentrado respecto a nuestra realidad. Movidos por el encuentro como banderolas al vientos.

Otras veces nos encontramos en la postura opuesta. Creemos que nuestra forma de representarnos el mundo sea la más “correcta” y vamos ofreciendo consejos sobre consejos (tal vez sin que sean pedidos). Esto se debe a que tenemos el hábito de “traducir” aquello que observamos en el otro a nuestro propio idioma y extraemos conclusiones de lo que ocurre en base a nuestras experiencias, historias personales y expectativas. A pesar de la intención (“Pero, ¡si solo son consejos bienintencionados!”- suele ser la justificación) el consejo frecuentemente pertenece a nuestro modelo de mundo.

Si lo que queremos es empatizar, no hay nada peor que pretender que los demás vivan las cosas exactamente como nosotros y que consecuentemente actúen como nos parece correcto.

Observar, escuchar y dejarse sentir es el paso previo a un buen acompañamiento;  interesarse por el otro, preguntándole y mostrando interés puede ayudarnos a formarnos una idea más clara de lo que anda ocurriendo en la persona que nos interesa.

Si un consejo dado nunca es seguido, es un primer indicador de que no estamos siendo suficientemente empáticos o que lo estamos siendo demasiado.  Lo ideal sería un enfoque curioso, de “no saber”, que nos permita calibrar aquello que la persona está vivenciando. Cuando somos capaces de poner nuestra atención sin actuar precipitadamente y sin enjuiciar, podemos abrir la puerta a una conexión de confianza que nos conduzca a la empatía genuina.

¿Cómo podemos entrenarnos en el arte de hacer sentir el otro comprendido, desarrollando nuestra capacidad empática?

Te lo explico en el próximo articulo…