No siempre es fácil parar.

Algunos días antes de que se declarara el estado de alarma nos encontramos en la casa de campo de un amigo. No habiendo niños de su edad, el hijo adolescente de un colega había traído de casa la consola, para entretenerse. 

En un momento de la tarde me acerque para estar con el: tenia el control de la consola en una mano, el móvil en la otra..y estaba mirando una seria en la tableta.

Me quedè asombrada. ¡yo me habría vuelto loca! 

La situación me permitió observar como tanta veces estamos acostumbrados a estar en un estado de atención fluctuante y no centrada, miramos a la vez la tele y el móvil (cuando no estamos también hablando con la pareja en el mismo tiempo), producimos sin control ni necesidad, ocupamos el tiempo sin sentido ni final sintiéndonos casi culpable si estamos sin hacer nada.

Quizás sea el resultado de la promoción que hace unos años se hacia del “multitasking” (hacer mas cosas al mismo tiempo), incurantes de lo dañino que es.

Hoy en dia, donde la delicada situación actual no pide PARAR hay muchas personas que lamentan dificultad en hacerlo.

En una rutina que nos ha enseñado que el tiempo va ocupado, engañado, bien-gastado…a veces resulta difícil parar y simplemente VIVIRLO.

Aun estando a casa a veces nos cuesta darnos la oportunidad de tomar una pausa.

¿Porque ocurre esto?

Sin querer generalizar, a veces la actividad no protege del encuentro con nuestro sentir. Si mantengo la atención ocupada, es mas fácil que las sensaciones desagradables se mantengan silentes.

En estos casos, el hacer es un distractor de la atención

Los distractores son estas estrategias que adoptamos, mas o menos inconscientemente, para rehuir del sentir aspectos dolorosos o incómodos de nuestra experiencia.

En pocas palabras, mientras no me encuentres a solas conmigo mism@ no corro el peligro de encontrar algo que no me guste.

lo que a veces no se considera a suficiencia es que cuanto mas estoy distraid@, alejad@ de mi sentir tanto menos seré capaz de gestionar mis emociones. Como en una olla a presión puesta a hervir acumulamos interiormente emociones lista para saltar. 

Los estallidos no serán infrecuentes. 

A veces el no poder parar tiene que ver con el control. Con la ilusión de mantener el estado de certeza respecto a la situación. Así en estos días podemos encontrarnos completamente absorto en nuestro hacer, no-disponible al momento presente, como medida defensiva desde la incertidumbre que estamos sintiendo. Entonces podemos caer en un sinfín del hacer. Perfeccionar, tratar de alcanzar “el máximo”, poner horas extras… como si esto fuese garantía de seguridad. ¡Es una lastima que no lo sea! 

Es más, hay que prestar atención porque es en estos momentos que perdemos la capacidad de escuchar. Nuestra atención es raptada por completo por el hacer y nos perdemos literalmente. En la fantasiosa anticipación del futuro: de cuando todo estará perfectamente terminado, de cuando habré concluido las tareas y podré dedicarme a mi misma/o, etc.

 

La capacidad de estar en la incertitumbre no depende de los contenidos de la experiencia, sino mas bien de como nos relacionamos con los objetos de esta experiencia.

Tal como saber parar  no tiene que ver con la cantidad de cosas que hacemos o dejamos de hacer. Solemos relacionarlo con el tiempo, pero no se trata de esto tampoco  el saber parar esta relacionado con la consciencia. 

Interrumpe el flujo de la inconsciencia para crear fragmentos de presencia.

Saber parar es entonces una practica muy importante hoy en día ya que se requiere mucha presencia activa para hacer frente a lo que ahora se nos presenta. 

Lo que necesitamos ahora no es anticipación, ni afán de control, que nos saque del presente. 

Nos sirve flexibilidad para organizarnos y reorganizarnos con sabiduría.

 

De aquí que dejar fluir se convierte en un acto creativo que nos permite prepararnos para cuando necesitaremos pasar a la acción física, apegados al presente, atento a lo que esta ocurriendo.

Practicar pausa es esto. Mantenerse anclado al presente. Sentir lo que se mueve en nosotros, estar despierto. Saber actuar, saber soltar. Saber esperar. 

Como en la respiración. Si la observas atentamente notarás que entre inspiración y exhalación hay unos momentos de pausa. Esto momento son clave en el proceso respiratorio. Es aquí que se realizan los intercambio de oxigeno entre las células, y que el dióxido de carbono acumulado puede ser expulsado por el organismo.

Las pausa son lo que completan la eficacia del proceso respiratorioSin ellas no estaríamos vivo. 

Practica el Parar. Practica pausa. Atenta/o. Vigile. Presente. Agradecida/o, por lo que se transforma naturalmente sin tu intervención. Soltando el control. Preparada/o para actuar con sabiduría en el momento oportuno. 

No hacer nada significa desconectar de la compulsión de siempre mantenernos ocupados, el hábito de proteger a nosotros mismos de ciertos sentimientos, la tensión de tratar de manipular nuestra experiencia incluso antes de reconocer plenamente lo que la experiencia es. Sharon Salzberg