En estos días, que la emergencia sanitaria nos invita firmemente a cuidar de uno mismo y del entorno quedándose en casa, el tiempo toma otros ritmos.
Como seres humano tendemos a buscar y a recurrir activamente a rutinas.
La organización del tiempo y del espacio crea estructura, nos brinda estabilidad y confianza. Quien tiene hijos pequeños, recuerda la propia infancia o la de otra persona cercana, podrá acordarse de como la rutina se volvían útiles para calmar y ofrecer un ritmo donde sentirse protegidos, seguras.
Por esto tener una estructura organizativa, una rutina puede representar una estrategia funcional a nuestro bienestar.
En estos días, donde las rutinas de la mayoría ha cambiado de forma inesperadas y por un tiempo poco predecible, no he extraño poder experimentar sensaciones de confusión, desorientación, ansiedad, vacío, desamparo.Sensaciones a las que podemos reaccionar de formas muy diferentes. En esta situación, que con voz potente nos llama a la atención, es posible observar en uno mismo modelos y estrategias de afrontamientos con mucha mas facilidad.
Quizás el ejemplo que pongo a seguir pueda sonar algo fuerte, pero creo lo explique bien (tanto a nivel metafórico como simbólico).La situación se puede metafóricamente aparecer a cuando encendemos de repente la luz en un cuarto oscuro. Los bichitos presentes, pillado por sorpresa, se ven correr a repararse en la oscuridad lo mas rápido que pueden. Quizás no logremos eliminarles en el momento (y de hecho es bastante difícil eliminarlos todos en este primer momento), pero el efecto sorpresa nos permite darnos cuenta de ellos y, si su presencia no es deseada, podemos adoptar medidas para mejorar.
De la misma forma en el encuentro con el inesperado que nos obliga a salir de la zona del confort, podemos darnos cuenta de costumbres, modalidades, mecanismos automatizados, creencias, etc. Es una optima ocasión para preguntarnos como queremos seguir de aquí en adelante.
Este tiempo (que, no olvidemos, siempre nos he regalado) se puede aprovechar para favorecer el cambio o para contrarrestarlo.
Habrá modalidades más adaptivas y otras que pierden de vista el sentir y la situación del momento, incrementando el estrés y mermando nuestro bienestar. Algunas serán mas suaves, otras mas agresivas y invasivas. Algunas, como la de sobraocupar la jornada sin dejarnos tiempo libre ni espacios para parar, parecen curiosamente resilientes.
En cuatro días de encierre he ido observando en la red que podemos sentir la presión para seguir sin parar. Por ejemplo, cambiando la forma y las herramientas con las que se desarrollan las actividades cotidianas pero manteniendo el ritmo, sin llevar la atención al panorama emocional que lo acompaña. Encerrados en casa, corriendo el riesgo de seguir sin tiempo. Sin poder parar. Curioso, ¿no?
Mi invitación es la de utilizar este tiempo (regalado y limitado, como siempre lo es) para hacerse preguntas.
Empezando por ejemplo con observar algo como ¿que siento? ¿como respondo a lo que siento? ¿adonde dirigo mi atención?.
Recordando que la intención no es valorar, sino ser consciente. No es confirmar, ni negar. Únicamente la de observar, recoger datos como un buen investigador.
Puede ser que la incertidumbre que empapa la situación externa actual nos invite propiamente a esto 🙂
¡Que sea provechosa la oportunidad que se nos concede y que se renueva cada día de nuestra vida!
Desde hoy, en el espacio de #quedateencasa# iré subiendo reflexiones, audios, pequeñas lecturas y herramientas practicas para promover el vivir con consciencia y creatividad la experiencia de estos días extra-ordinarios. Junt@s.
Un abrazo, Daniela
P.d. si quieres, puedes dejarme tus comentarios pinchando aquí