Las perdidas son capacez de cambiar nuestra percepcción de las cosas en pocos instantes.

Como cada vida, también cada muerte y proceso de morir es único.

Es por esto que me parece debido empezar diciendo que la vivencia del duelo es única y personal.

A pesar de esto, la experencia me ha enseñado que muchas veces cuando vivimos un duelo las palabras se quedan cortas frente a la intensidad de las emociones.

No, no siempre es fácil comunicar lo que se siente tras una pérdida. Tampoco es fácil acompañar quien la ha vivido. Se requiere humildad, respecto, escucha y pasión para estar a lado con amable presencia, sosteniendo con cálida firmeza.

Un gesto, una imagen, una música, una poesia pueden comunicar mucho más que cien de palabras puestas una detrás de otras como para formar un bonito collar de perlas, o un discurso. Usando esta misma metáfora podriamos decir que el hilo que une las perlas/palabras es quizás lo más importante aquí.

La calidad de la relación, la presencia en ella, la mirada y el tono de la voz, los silencios compartidos.. todo esto es lo que se valora y lo que reconforta cuando somos acompañados en el sufrimiento.

Podríamos definir el duelo como el proceso natural que se vive emocionalmente cuando experiementamos una pérdida. Su función es, elaborar lo occurido para poderlo integrar y transformarlo, ofreciéndonos la posibilidad de establecer un nuevo equilibrio que dé valor a lo que ha sido, ofreciendo el espacio suficiente para que pueda desarrollarse aquello que vaya a venir.

Es un proceso, un viaje que quizas nos lleva a lugares que nos duelen pero lo cuales necesitamos reCORdar (y enfatizo sobre ese COR, fonema central de la palabra indicada y que atañe al CORAZON).

Necesitamos volver a pasar por allí, dando espacio para que el corazón se exprese. Permitiendo que se drenen las emociones que allí residen y para integrarlas en una nueva narración.

Estos relatos que nacen del proceso son tan único y bellos como nuestras propias huellas dactilares. Es preciso sentirlos para volver a ser uno mismo.

Para que lo que hemos perdido sea una fuente de vida en nuestro interior.

El arteterapia es una herramienta delicada, respetuosa, moldeable como un guante hecho a medida. Ofrece la posibilidad de acompañar con amabilidad el proceso personal de quien está viviendo un duelo.

En el espacio confidencial de la consulta los silencios son sagrados y las lagrimas mensajeros escuchados con atención cuando llegan. No hay «un deberias» por el medio, ni promesas vacias. Presencia en lo que occurre, escucha del cuerpo, expresión sin palabras y relatos escritos en la piel que con el propio ritmo salen a la luz.

¿Que significa acompañar en el proceso del duelo a traves de la psicoterapia expresiva?

Encuentrarse en el espacio íntimo y confidencial de la relación térapeutica para recorrer el «viaje» de la relacioó con quien hemos perdido, conmemorando y celebrando lo vivido. Para drenar las emociones y encontrar las imagénes que celebrando el relato abren espacio a la transformación posible. Encuentros que no dirigen sino acompañan, con plena presencia y la calidez necesaria para que el proceso avance con la mayor suavidad posible.

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