Este post quiere ofrecer una mirada y abrir la reflexión introspectiva y el diálogo  respecto a nuestro mundo psicoemocional en especifico, aun como anticipado anteriormente son innegables las conexiones y influencias de los elementos físicos y espirituales  (en su lectura de búsqueda y reconocimiento del sentido personal de la vida y de los aspectos más esenciales y auténticos del ser humano).

Desde la llegada del diagnóstico el viaje de cada persona por su proceso de enfermedad se manifiesta de una forma específica. La forma personal de vivir las diferentes etapas (el diagnóstico, los tratamientos, las épocas entre los tratamientos, las revisiones, las eventuales recidivas, la fase terminal) nos permite entender cómo deberíamos focalizar nuestra atención sobre el enfermo, más que hablar de la enfermedad

Como humanos somos organismos donde la componente mental, la emocional, la física y la espiritual se integran e influyen recíprocamente.

Aun a veces en el ámbito sanitario estos aspectos se siguen considerando y tratando de forma separada, creo que un buen acompañamiento no pueda (ni deba) prescindir de considerar la persona como una unidad donde cada vertiente puede sostener o minar la salud de todo el organismo.

Ser paciente oncohematológico es una experiencia compleja, que pone a prueba todo nuestro Ser.

Transitar por la enfermedad oncohematológica puede ser una experiencia que nos enriquece o que nos empobrece. Sin minimizar lo dificil y duro que es vivir con ella, puede ser una experiencia que nos impulsa a la renovación y nos conecta con la esencia de las cosas  y de uno mismo (amplia, profundiza y expande el sentido con lo que vibramos), o una experiencia que nos separa, achica y descorazona. 

Puede facilitarnos el encuentro con nuestra honestidad y con la calma que brota del sentir que estamos haciendo todo lo posible para facilitar nuestra curación, o por contra puede ser una experiencia horrorosa, que acarrea rotura y pérdida en nuestras relaciones, creando rencor hacia el otro y hacia uno mismo.

Tengo entendido que hay camino que nos acercan al encontrar la paz con uno mismo y donde, a pesar del dolor físico, de los mareos y del cansancio, es posible ser feliz.

Pero que marca la diferencia entre la posibilidad de vivir esta experiencia como una oportunidad para sentirnos auténtica y profundamente conectado a nuestra esencia, o por contra desconectado, vaciado, roto?

Un factor determinante en esto es la actitud con la que nos acercamos a ella.

La actitud depende en larga parte de la posibilidad de usar la mente como un aliado en el proceso.

Considero que disponer de la información que estimule la reflexión pueda facilitarnos el proceso, ayudándonos en el reconocimiento del momento en lo estamos, promoviendo la expresión de nuestra vivencia personal y ofreciéndonos el acceso a los recursos disponible (internos y externos). 

Para acompañarnos con la consciencia, amabilidad y ternura posible momento tras momento en esta vivencia intensa y cambiante.

Cada persona tiene su historia, su situación vital, su experiencias previas, su red de apoyo formal e informal, su facilidad de acceso a recursos internos y externos.

Por esto es tan importante conocer la persona detrás de la enfermedad (y es tan importante poderse reconocer en este proceso). Restituyendo dignidad y valor a nuestra vivencia y nuestro camino  en esta experiencia.

El diagnóstico de cáncer suele corresponder a una fuerte sensación de amenaza, que en varios casos se ve reforzada por las creencias que podemos tener sobre la enfermedad como cambio radical y definitivo en nuestra vida. Elemento perturbador que transforma o nos arrebata una parte de nuestros proyectos de vida, obligandonos a posdatar, reformular o renunciar a ellos.

Es una situación de gran estrés.

La reacción tenida dependerá de factores individuales y sociales (personalidad, creencias, apoyo social) y de los recursos presentes y percibidos en ambas áreas. El balance entre recursos y amenaza determinará la sensación de «posibilidad de gestión» percibida por la persona y esta última influirá sobre las respuestas emocionales, cognitivas (evaluación de la situación y toma de decisiones por ejemplo) y conductuales determinando una particular adaptación a la enfermedad. 

Desde un punto de vista psicológico se hace referencia al insieme de respuesta emocionales, cognitivas y comportamentales hablando de los diferentes “estilos de afrontamiento” del proceso. 

Con afrontamiento se entiende el esfuerzo que el sujeto hace para manejar las demandas, independientemente de sus resultados.

En literatura se habla de:

  • lucha (vivencia de la enfermedad como reto, papel activo, percepción de control y compromiso elevado, lenguaje “bélico” entre otras características)
  • negación o evitamiento (restar importancia o considerar el diagnóstico como un error, actitud serena y visión positiva. puede haber falta de adhesión a las prescripciones)   
  • desesperanza/indefensión (enfermedad vivida como una pérdida y sensación de falta absoluta de control. Visión pesimista y desesperada. Todo esfuerzo se considera inútil, no afrontamiento)
  • fatalismo/resignación pasiva (evaluación de la enfermedad como amenaza o pérdida. El control es puesto en mano de otro- medicos, familiares, Dios, etc. Aceptación pasiva) 
  • preocupación ansiosa  (evaluación de la situación como fortemente amenazante, grande incertidumbre y fuerte ansiedad, busqueda compulsiva de información y hipervigilancia)

Estos estilos no suelen presentarse de forma rígida, ni “pura”, sino es posible pasar de uno al otro según al momento y la fase del proceso. 

Es útil recordar también que no son “bueno” o “malo” en absoluto, ya que su “eficacia” dependerá del momento que se está viviendo y su posibilidad de existencia de características previas ajena al diagnóstico (la personalidad del enfermo, su autoconocimiento y capacidad de gestión emocional, y sus experiencias previas en situaciones de estrés y pérdida, por ejemplo).

Aun así es útil mencionar que hay estilos que resultan más adaptativos a nuestro bienestar y quizás sea útil poder pararse un momento y observar propia actitud hacia la enfermedad, reflexionando sobre la posibilidad que tenemos de sostener activa y amablemente el proceso por lo que estamos transitando.

Me parece apropiado subrayar como (tanto a nivel mental cuanto a nivel emocional) podemos acoplar a la consueta clasificación de los acontecimientos en “positivo” o “negativo” otra mirada. Observando la posibilidad de valorar la respuesta puesta en acto frente a la situación (con sus emociones y pensamientos) como “adaptativa o desadaptativa”.

Evaluar este otro eje me parece bastante funcional.

Por un lado nos ayuda a mantenernos anclado a la necesidad presente en el momento específico, favoreciendo la reorientación de la atención hacia los aspectos concretos de la experiencia (tanto sean físicos, emocionales, mentales o sociales) y esto es una parte importante del trabajo que podemos hacer para nuestro bienestar: anclarnos al presente.

Por otro lado la valoración de adaptativo/desadaptativo implícitamente hace referencia a un objetivo y nos abre a la posibilidad de reconsiderar la experiencia en termino mas amplio. 

Nos permite a mi parecer trasladar la pregunta subyacente de “porque?” a “para qué?” y nos acompaña en el indagar en nuestra vivencia ofreciéndonos la posibilidad de hallar con el aprendizaje posible existente detrás de cualquier experiencia humana. Al mismo tiempo nos ofrece una dirección en nuestro caminar, funcionando el objetivo como un pequeño faro que nos guía en este camino incierto.

Cuando hablo de objetivos me suelo acordar de una película que vi hace tiempo, basada en hecho reales, titulada “Tocando el vacío”. 

Si estuviesemos en el ámbito “coaching emocional” podríamos etiquetar la película como una guía metafórica de lo que se conoce como el ponerse objetivos “SMART”. Smart, o sea S-pecific – Específico; M-easurable – Medible; A-chievable – Alcanzable; R-ealistic – Realista; T-imely – Definido en un plazo de tiempo determinado.

Más sencillamente y sumamente más útil me parece recordar la importancia que tienen en nuestra vida los aspectos motivacionales y como esto tienen que ser adecuado a la situación y momento contingente para poder funcionar. 

Paralelamente a la motivación lo que nos facilita el camino (sobre todo en los tramos complicado de nuestro viaje vital) es la honestidad respeto a propio sentir.

Hay experiencia, y la enfermedad es una de ella, difíciles y dolorosa. Necesitamos poder reconocer y expresar en libertad y confianza lo que sentimos. Reconocer lo que hay es la clave para poderlo atender.

Es desde la autenticidad con uno mismo que podemos sanar a nivel emocional, porque solo sabiendo lo que necesito puedo movilizarme para alcanzarlo.

Pero a veces nuestro propio sistema defensivo nos pone traba, entrando en bucle con pensamientos autodestructivos o culpabilizantes que en lugar de aclararnos y calmarnos disparan aún más el sistema de alarma emocional.

¿Entonces, cómo podemos encontrar el equilibrio emocional suficiente para poder gestionar adecuadamente la situación?

La vulnerabilidad como elemento común de la experiencia humana

La vida tiene siempre una determinada percentual de imprevisibilidad y en la enfermedad esta vivencia se acentúa. Nos sentimos más vulnerable y somos más conscientes de la incertidumbre presente en nuestra experiencia humana.

Actualmente, cuáles reflejo del sistema cultural y de la educación generalmente recibida en nuestro contexto, la vulnerabilidad y la incertidumbre son rechazada y invisibilizada pese a ser ontogenética para el ser humano. 

Esto no suele favorecer la aceptación amable ni la inclusión de estos aspectos en nuestra vida y en nuestra actitud hacia ella.

Dicho de otra forma, dependiendo de las creencias y de los valores que teníamos anteriormente al diagnóstico la toma de conciencia respecto a nuestra vulnerabilidad y la incertidumbre sobre los resultados (no lo controlamos todo!) puede ser más o menos dolorosa.

Nuestra mente puede ser aliada  y ayudarnos en el proceso de aceptación o obstaculización.

Es útil conocer un poco más el funcionamento de nuestra mente, sabiendo que las evidencias científicas confirman la estrecha relación entre mente-emociones y cuerpo.

Lo que cultivo a nivel mental puede acompañarnos con amabilidad o convertir la experiencia en un castigo, duplicando el sufrimiento experimentado.

No olvidemos que el dolor tiene una componente física y una mental.

¿como puedo manejar los pensamientos de una forma adecuada a favorecer mi equilibrio psíquico?  

El lenguaje con lo que me cuento lo que está ocurriendo es sumamente importante.

Solo para hacer un ejemplo, estudios recientes han demostrado que 1 minuto de pensamientos “negativos” tiene el efecto de suprimir el funcionamiento del sistema inmune por 6 horas.

Muchas veces minusvaloramos este aspecto pero es sumamente importante prestar atención al lenguaje que utilizamos y a las calidades mentales que desarrollamos (por ejemplo ¿cultivamos la apreciación o la crítica; la flexibilidad o la dureza, la soberbia o la humildad, la perspectiva y la amplitud o la estrechez mental?).

¿Qué cualidades caracterizan mis pensamientos?

Mi diálogo interior puede ser muy duro, culpabilizar o perdonar, criticar o alabar, desmoralizar o motivar.

Atender a mi dialogo puede ser revelador. La mente es como un alumno, aprende. pero es un alumno algo distraído, necesita de paciencia y compromiso para aprender y contrarrestar las tendencias con la crece naturalmente en una sociedad como la nuestra: la distracción y la focalización en lo negativo. 

Es útil dedicar un tiempo para educar nuestra mente a acompañarnos con ternura y cariño.

Observar y interrogarnos sobre nuestra actitud hacia las cosas, atender desde una postura de no identificación a los pensamientos recurrentes, darse cuenta de los mecanismos automáticos que dirigen nuestra respuesta es el primer paso para poder restar carga a la situación.

Algunos consejos útiles y generales para el cuidado mental podrían ser: 

  • prestar atención a las generalizaciones (cuantas veces recorremos a términos como “siempre” o “nunca” cuando nos referimos a nuestra experiencia?)
  • identificar y cuestionar nuestra creencias (por ejemplo que si tenemos un estilo de vida saludable no tendremos enfermedad…o si hemos sido amable y disponible para alguien este tendrá que hacer lo mismo con nosotros..o que la fortaleza corresponde a la insensibilidad -reales o aparentes- frente a las situaciones desagradable..)
  • utilizar el refuerzo positivo (así como en una hoja blanca donde hay una mancha el ojo y la atención recae mayoritariamente en la mancha, en nuestra experiencia humana la mente suele focalizarse en la parte desagradable de la experiencia). es necesaria una re-educación para orientar la mente para poder beneficiarse de todo los pequeños grandes logros y éxitos diario. Para esto resulta muy productivo poder dedicar un tiempo antes de dormir a la recopilación de lo ocurrido, identificando y valorizando los aspectos positivos vivido en el dia
  • AGRADECER. Cada vez más estudio están sosteniendo la importancia de desarrollar la gratitud. Además de tener efecto sobre nuestro sistema inmune es un facilitador de los aprendizaje posibles conseguibles a través de la experiencia
  • evitar el ruminéo. Darle muchas vuelta a las cosas no suele acelerar el proceso de resolución. Han diferencia, y importante, entre el atender  a una cuestión y obsesionarse con ella. Hay diferentes herramientas útiles para “parar” la mente inquieta. Focalizar la atención en otro objeto es una de ella. lo puedes conseguir a través de prácticas meditativas, de atención al cuerpo o creativa por ejemplo.
  • Descansar. encontrar el equilibrio entre la actividad y la inactividad es importante, tanto física como mentalmente. Una mente cansada es una mente inquieta, nublada y tornadiza. Cuando no descansamos (dedicando tiempo a actividad ligeras, agradables, alegres o durmiendo) es mucho más fácil caer en el ruminar mental y en pensamientos obsesivos.
  • Cultiva el humor. es cierto que en alguna circunstancia lo último que no parece poder servirnos son los recursos de la broma y la risa, pero nos equivocamos.

Tener sentido del humor no tiene nada que ver con el ridiculizar o menospreciar, tampoco significa de responsabilizarse respecto al proceso de curación o ser sarcástico y cruel con quien nos está acompañando en este proceso. Se trata de ser capaz de cambiar el foco de atención y de quitar un poco de esa gravedad y peso con lo que muchas veces nos tomamos las cosas. Nos ayuda a soltar tensiones y a relajarnos. a cultivar la humildad que nos permite rebajar nuestro egocentrismo para movernos hacia una mirada más compasiva (hacia uno mismo y hacia el otro). Muchas veces la vida es dura y la risa es un modo de facilitar la aceptacion de las ironias, crueldades y incertidumbre a las que nos enfrentamos.

  • Amplia tu perspectiva. cuando consideramos un mismo evento desde un punto de vista más amplio, se reduce la sensación de preocupación y ansiedad. Quizás de primera solo veas la enfermedad como una pérdida y esto probablemente te hará sentir muy triste y/o enfadado, víctima de una grande injusticia hecha contra de ti por la vida. Pero si te esfuerza de ver la situación desde una perspectiva más amplia quizás puedas ver no solo lo que has perdido sino también algunas posibilidad. quizás hayas encontrado en tu camino personas auténticas y preciosas por ejemplo, o hayas tenido la oportunidad de pararte para observar y quizás redefinir tu sistema de valores. Poder encontrar la oportunidad en la situaciones retante es una herramienta poderosa. 
  • Reconoce y acepta las adversidades y las inevitables frustraciones como parte de la totalidad de la vida. Esta actitud me permite contemplar que lo que vivo es una parte, no la totalidad de lo que soy. Facilita el no identificarse con la enfermedad. No soy la enfermedad, esta es solo una experiencia que estoy viviendo, por cuanto en alguno momento pueda acabar la caso totalidad de mi tiempo y espacio. Soy algo más que esto. Cada una de la parte que me conforma tiene su necesidad. Poder ver las cosas de esta forma nos permitirá tener más orden mental y reducirá el riesgo de dejarte arrastrar por el proceso de la enfermedad.
  • Reconoce y expresa tus emociones. Se necesita mucha energía para negar o bloquear una emoción. Es agotador. Lo que sientes es importante y legítimo. Te habla de tu historia, de tus creencias, de tus sueños. Es importante que encuentres un espacio donde pueda sentirse libre de expresarte en total confianza. Puede ser con una persona cercana o con un profesional, alguien que sepa dejarte espacio para hablar sin censura. William Shakespeare lo expresa muy bien: “Dad palabra al dolor. El dolor que no habla gime en el corazón hasta que lo rompe”. Un espacio dedicado para la escucha nos permite soltar la carga energética movida por la emoción. Al expresar lo que sentimos facilitamos el mentalizar y el entender las emociones, además de promover la activación de los recursos internos.
  • La honestidad. Vivimos en un mundo donde estamos invitado a disfrazarnos de superhéroes. Todo lo podemos, todo lo aguantamos. Es una mentira, cualquiera de nosotros puede entender que esta es invulnerabilidad es una mera ilusión. Aun así la tendencia muchas veces es la de minimizar lo que sentimos, sobre todo con los demás. Lo hacemos por diferentes razones, que no siempre pueden ser completamente conscientes: no queremos preocupar el otro, tememos de resultar una carga, nos duele reconocer nuestra vulnerabilidad ya que  parece chocar con la imagen propia, creemos no  merecer la atención del otro, etc.

Así frente a la pregunta de cómo estamos a veces ocultamos partes. Es sano y legítimo querer protegerse de la curiosidad intrusiva del otro, pero lo que resulta poco saludable es que muchas veces hacemos lo mismo con quien está sinceramente interesado en nosotros. A veces lo hacemos también con nuestro médico. Esto es algo que desde la asociación se ha observado en muchas ocasiones durante la situación de alarma sanitaria generada por el Covid 19. Quizás haya sido por miedo a ir al hospital y poderse contagiar, o por no “saturar” el personal sanitario que ya parecía sufrir el fuerte estrés. Aun así es importante que nos paremos a reflexionar y que interiorizamos lo siguiente:

Tenemos derecho a sentir lo que sentimos. Ocultar, disfrazar, evitar la realidad de nuestro sentir no lo hará desaparecer. Es desde la honestidad ( y el trato compasivo y amable) que podemos acompañarnos con consciencia y eficacia.

A veces hay experiencias que nos invitan a cambiar: planes, valores, creencias, perspectivas, costumbres.

La enfermedad es una de estas. Nos invita a reconocer nuestra humanidad compartida, la interdependencia y la importancia del cuidado y de la amabilidad, nos únicamente hacia el otro sino hacia uno mismo. 

Este también es un proceso. Hay herramienta que nos pueden acompañar y facilitar el camino.

A veces es aconsejable hacer referencia a un profesional que pueda escucharnos y facilitar el reconocimiento y la expresión de nuestro sentir, para que podamos integrar esta experiencia en la historia de nuestra vida. En la asociación PausozPauso encontrarás personas comprometidas, competentes y con un alto nivel de humanidad que sabran orientarte con amabilidad y atencion. 

La práctica de la atención plena (más conocida actualmente como mindfulness aun practicada desde miles de años en la meditación zen o la vipassana por ejemplo) es una de esta.

Existen varias alternativas que puedan ayudarnos a tomar consciencia y quizás identificar en esta experiencia la oportunidad ofrecida de atender a nuestro mundo interno para rescatar la capacidad congénita que tenemos de transformarnos y adaptarnos.

La Psicoterapia Expresiva es la que conozco y uso yo por ejemplo. El proceso creativo es un buen aliado para conectar y expresar con lo que sentimos. La perspectiva que nos ofrece sobre lo vivido ofrece las posibilidad de reconocer, integrar y transformar emociones y pensamientos. El acto de crear nos conecta con nuestro potencial y recursos interior.  

Favoreciendo la posibilidad de lidiar eficazmente con los acontecimientos y encontrando un sentido renovado a lo vivido y quizás vislumbrar unos propósitos nuevos que nos permitan recobrar confianza en la vida y en un@ mism@ (o dicho en otras palabras empoderarnos a través de lo vivido).

En los espacios individuales y grupales de acompañamiento de psicoterapia expresiva integro el trabajo expresivo (arteterapia y danzamovimento terapia) con la práctica meditativa para fortalecer la flexibilidad y autenticidad en la relación con la vida. En estos espacios, confidenciales y orientado a la escucha, el objetivo es acompañar con amabilidad y presencia a la narración de propria historia para integrar lo vivido favoreciendo su aceptación, orientar la actitud hacia la promoción del bienestar e identificar y activar los recursos internos y externo posibles.

Espero que este escrito te haya resultado útil. 

Estaré encantada de leer vuestras experiencias, comentarios y devoluciones respecto a lo comentado y de seguir compartiendo.

Quizas estes buscando herramientas practicas para facilitarte la gestion de los aspectos mentales de tu experiencia. En el mes de Julio, en el espacio semanal de arteterapia y meditacion, nos enfocaremos justo en este trabajo. si quieres conocer algo mas o deses participar ponte en contacto conmigo.

Un saludo, Daniela